miércoles, 11 de diciembre de 2013

Historia de la educación, Mario Alighiero Manacorda




Historia de la Educación 2
Del 1500 a nuestros días
Por Mario Alighiero Manacorda

LA EDUCACIÓN EN LOS SIGLOS XVI Y XVII

La Reforma y la Escuela

Los movimientos populares heréticos habían promovido la difusión de la instrucción, a fin de que dada uno pudiera leer e interpretar la Biblia personalmente, sin la medición del clero.

La ciudad de Munerstadt establece en sus “Artículos y reivindicaciones”: que “todos los hijos de los ciudadanos deben ser instruidos y adoctrinados con diligencia y gratuitamente en las escrituras cristianas evangélicas, y sin ningún pago a los maestros o a la escuela, a fin de que todos los niños, según sus capacidades, pueden ser lo más hábiles posibles en sus oficios o en su actividad, y a fin de que se puedan también tener, de aquellos que aprenden a escribir, los predicadores y los anunciadores de la palabra de Dios. Y si tales predicadores y maestros, con el tiempo, quieren pasar del estado matrimonial, sus mujeres que deben ser de conducta honorable y cristiana, sean dirigidas a instruir con habilidad a sus hijas y enseñarles la Escritura, a fin de que unos y otros, tanto de sexo masculino como femenino, creados al mismo tiempo por Dios, puedan convertirse en anunciadores de ka ley y de la fe”.

En Suiza Ulrich Zwingli (1484-1531) publicaba un libreto para la instrucción y la educación cristiana de los niños (1523). En Alemania Lutero decía: “la prosperidad, la salud y la fuerza mejor de una ciudad consiste en tener muchos ciudadanos, instruidos, razonables honestos y bien educadas, que pueden acumular tesoros y riquezas, conservarlas y usarlas bien...El mundo para conservar su condición terrena, tendría necesidad de hombres que pudieran gobernar ciudades y gentes,  y mujeres capaces de mantener la casa, los niños y la servidumbre. Hombres y mujeres de esta especie los deberán hacer crecer desde niños. El proyecto de una escuela nueva  que en tres años desarrolle un programa educativo equivalente al que requería la vida eterna, para llevar a cabo  este programa, Lutero se dirige a los políticos y a los padres; es interesante su intento de conciliar el respeto del trabajo manual productivo con el tradicional prestigio del trabajo intelectual. Él dice: “Dios ha llamado al hombre a trabajar porque él mismo trabaja, y se ocupa de oficios comunes; los trabajadores manuales se inclinan a despreciar los trabajadores de la mente. La enseñanza es un trabajo tan fatigado que nadie debería estar obligado a ejercerlo por más de diez años”.
Melancton, 1526: “En una ciudad bien ordenada hay necesidades de escuelas, donde los niños, que son el semillero de la ciudad, sena instruidos; nos equivocamos si se cree que sin instrucciones pueda lograr una sólida virtud.

La Contrarreforma y la Escuela
 La orientación educativa de la iglesia católica. Como respuesta al protestantismo, fue fijada en el concilio de Trento (1545-1564). En sus deliberaciones el concilio insistió mucho en los libros y en la escuela. En el concilio lateranense de 1515, el papa León X había hecho aprobar disposiciones bastante severas: “Nadie intente imprimir o hacer imprimir ningún libro si no ha sido antes diligentemente examinado y aprobado por nuestro vicario u obispo que tenga competencia en la ciencia del libro en cuestión. Quien intentara algo en contrario, además de perder los libros y verlos quemar públicamente, quedará implicado en la sentencia de excomunión.” El Obispo Beccatelli decía: “No hay ninguna necesidad de libros; desgraciadamente hay demasiados en el mundo, es mejor que se prohíban mil libros sin razón a que se permita uno que merece castigo.

El concilio condenó en diez “reglas” varias clases de libros. Los libros heréticos, Los que tratan ex profeso argumentos lascivos u obscenos. Los de geomancia, hidromancia, aeromancia, piromancia, onomancia, quiromancia, nigromancia. Los que contienen sortilegios, maleficios, augurios, auspicios, encantamientos de magia. Condeno también lis libros escritos por autores ya condenados.  El concilio de Trento provee a la reorganización de las escuelas católicas, Reorganizo las escuelas de las iglesias metropolitanas y las más pobres de los monasterios y conventos.

A finales del siglo XVI se reglamentó el sistema escolástico jesuítico: la organización en clases, los horarios, los programas, las disciplinas.
La Sátira
 La teoría y la práctica educativa se abren camino entre conflictos y contradicciones. Se manejaba una sana educación humanística, dirigida a atender igualmente la mente y el cuerpo, rica de conocimientos teóricos y prácticos sobre los oficios y las industrias, las ciencias “reales” y las lenguas clásicas, el derecho y la moral, sin exclusión del trabajo manual. Tommaso Garzoni advierte “que no hay nada peor que la utilidad de los jóvenes que odiar a los maestros, abandonando la escuela cuando los encuentran terribles y severos... estos son los defectos y vicios de los alumnos: hacer ruido en las escuelas, romper el silesio en ausencia del maestro, golpear al que sigue la norma, hacer barquitas de papel, pintar los dibujos de los libros, pedir a cada momento para ir al baño o a otro lugar, salir de la escuela como diablos desencadenados, romperse la cabeza entre ellos pro mil tonterías; estas son algunas de las cosas que hacen desesperar a los padres, que hacen gritar a los maestros.
La Utopía
 “Utopía”, lo que no está en ningún lugar. Los utopianos aprenden las ciencias en su lengua, no le dedican más de seis horas al trabajo, muchos dedican sus horas libres al estudio de las letras.
 He aquí la imagen de una sociedad nueva, revolucionaria, como se vislumbra a partir de tres grandes descubrimientos: imprenta, brújula y pólvora para disparar, los cuales condiciona la difusión de la cultura y la exploración y conquista de la tierra. Es la futura sociedad industrial, donde ciencia y técnica predominan y cambian el mundo, con sus academias como centros de investigación científica, que se oponen a las universidades.

Nuevas Orientaciones y Nuevas Ideas 
Samuel Hartlib, propugnador de la educación de los pobres lleva a cabo la reforma y modernización de las escuelas.
A Locke solo le preocupa proveer a los niños que viven de los subsidios de las parroquias, que asistan  a las escuelas del trabajo, que les preparen para actividades vinculadas con la industria fundamental del país, adoctrinándoles al mismo tiempo en religión oficial. Locke, en sus Pensamientos sobre la educación (1693); admite que leer, escribir y saber son necesidades, pero no que sean la cosa más importante. No está en sus cabales quien no considera a un hombre virtuoso y sabio  infinitamente mejor que un gran erudito... Se debe tener cultura, pero ésta debe estar en segundo lugar y subordinada a otros dotes mayores.






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